La desesperación y la impotencia en la lucha contra el coronavirus invaden todos el país, desde el centro de salud más pequeño hasta el hospital de mayor tamaño. Este miércoles, el grito más fuerte vino del barrio madrileño de Chamartín, al norte del Santiago Bernabéu, desde la residencia de ancianos Santísima Virgen y San Celedonio. Allí, la situación está al límite. Insostenible. Sus responsables exigieron a las autoridades que actúen, que medicalicen la residencia de forma inmediata porque los números de la tragedia pueden aumentar.

En el centro, con 160 plazas, han muerto 25 ancianos en el último mes, casi una sexta parte. No está confirmado que en todos los casos el COVID-19 haya sido el causante último de los fallecimientos, pero los responsables del centro lo consideran «muy probable». Trece monjas -entre los fallecidos también hay una religiosa, que era residente- permanecen aisladas en la residencia. Fuera están pasando la cuarentena otros treinta auxiliares de enfermería que trabajan allí. También están en sus casas más de una decena de trabajadores.

La Fundación Santísima Virgen y San Celedonio apuntó que está «consternada» por la situación que está viviendo y «muy preocupada ante la dificultad de cuidar y atender a los ancianos» por la falta del material más imprescindible. Además, criticó las insinuaciones de falta de profesionalidad hacia el personal.

«Hemos pedido recursos desde el principio de la crisis y hemos trabajado en condiciones muy adversas», recalcaron desde el centro. Además, incidieron en que no tuvieron «respuesta de las autoridades» cuando solicitaron ayuda para llevar a los hospitales a algunos pacientes. Solo consiguieron hacerlo con diez, todos ya contagiados.

Durante el fin de semana, efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) acudieron a la residencia para desinfectarla. Lo hicieron dos veces. «Las zonas en las que se detectan posibles contagios, se desinfectan y permanecen cerradas durante 48 horas», indicaron desde el centro.

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