Un británico de 61 años lleva ocho meses de suplicio: no puede parar de eructar. Tal y como recoge el Mirror, Michael O’Reilly comenzó con un solo eructo a principios de junio del año pasado y, a pesar de la ayuda médica, no ha parado desde entonces. Y los ataques, que ocurren aproximadamente cada ocho minutos, se han vuelto más fuertes y violentos.

Michael tiene dos hijos y se la ha diagnosticado aerofagia, afección médica que implica deglución excesiva y repetitiva de aire, pero los médicos hasta ahora no han podido ayudar. También tiene la enfermedad de Huntington, que afecta el cerebro, pero eso no influye en sus eructos, creen los doctores.

La medicación que le han dado no ha logrado detener el flujo de eructos, y la necesidad de usar mascarillas por la pandemia hacen aún más incómoda la situación. «Realmente me asusta y me preocupa», dijo Michael O’Reilly. «Son realmente fuertes y cada vez más fuertes. Son extremadamente violentos ahora. Duran unos tres segundos y luego vuelven», dice.

El fenómeno llegó sin previo aviso: a principios del pasado mes de junio, se despertó y bebió té. Inmediatamente, empezó a eructar de manera constante, pero suave. Durante un partido de golf más tarde ese día, un colega preocupado le entregó a Michael un caramelo para aliviar los eructos,

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