La depresión y otros trastornos del ánimo están causando estragos en los países desarrollados. Sin ir más lejos, la incidencia en nuestro país se estima en el 5,8% y en los hombres en el 2,3%, según los datos que maneja el Ministerio de Sanidad.

Es una enfermedad tan antigua como la humanidad, descrita ya en los tiempos de Hipócrates y, sin embargo, nuestro arsenal de herramientas para enfrentarnos a ella es muy limitado. En buena parte, esto se debe a que no comprendemos del todo por qué se produce: nuestra principal teoría, la hipótesis serotoninérgica, presenta algunos agujeros importantes.

La falta de serotonina como origen de la depresión

La serotonina o 5-hidroxitriptamina (5-HT) es un neurotransmisor que nuestro cuerpo sintetiza a partir del aminoácido triptófano en los intestinos y en el cerebro. Cumple con una amplia variedad de funciones en nuestro organismo, que comprenderían desde cuestiones metabólicas hasta la regulación de procesos fisiológicos como el vómito hasta fenómenos neurológicos y psicológicos, como las alucinaciones o los estados de ánimo. De hecho, muchos científicos creen que su escasez es la responsable directa de los trastornos del estado de ánimo.

La cuestión es que esto último se piensa por una serie de estudios científicos que han asociado los efectos de determinados fármacos y sustancias sobre la disponibilidad de serotonina o sobre los receptores serotoninérgicos (receptores moleculares que captan y reaccionan ante la serotonina) con cambios psicológicos o psiquiátricos.

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