El mismo día en que celebramos el Día del Padre se celebra también el día del sueño, una función fisiológica a la que no le terminados de dar la importancia que se merece. Y es que dormir menos de lo necesario o tener una mala calidad del sueño, además de afectarnos al rendimiento diario y al estad anímico, puede tener graves repercusiones a largo plazo, como un mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, bajar nuestras defensas e incluso provocar envejecimiento prematuro.

Paran que eso no ocurra, además de dar priorizar nuestro descanso, tenemos que tener en cuenta lo que se conoce como nuestro ‘cronotipo’, es decir, las horas del día a las que estamos más activos y a las que nos encontramos más bajos de energía y tenemos golpes sueño. En función del momento del día en el que esto suceda, seremos alondra, búho o colibrí.

Estos picos de sueño, según cuenta Marisa Navarro, psicoterapeuta y autora del libro “Las ruedas dentadas. Pequeños cambios para grandes cambios”, se producen dos veces al día cuando baja nuestra temperatura corporal, “si nuestra bajada de temperatura nocturna se produce temprano, seremos alondras, y si nuestra bajada de temperatura se produce tarde, seremos búhos”. Ser un cronotipo u otro puede condicionar bastante nueva vida y nuestra salud a largo plazo,

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