La bacteria Clostridium botulinum es una bacteria anaeróbica (sólo se desarrolla en ausencia de oxígeno) gran positiva cuya relación con el botulismo se estableció a finales del siglo XIX.

Dos microbiólogos, uno belga (Emile P. van Ermengem) y uno alemán (Wilhelm Kempner), demostraron que el botulismo lo causaba la toxina que producía un bacilo anaerobio, al conseguir reproducir en animales los signos de la enfermedad a partir de un filtrado del cultivo de la bacteria libre tanto de bacilos como de esporas.

La toxina botulínica es una proteína formada por dos cadenas de aminoácidos, una de mayor tamaño, cadena pesada o cadena H, y la otra de menor tamaño, cadena ligera o cadena L. Ambas cadenas están unidas entre sí, y en la naturaleza se encuentra ligada a proteínas.

Tipos de toxina

Se han identificado hasta 8 tipos de toxina inmunológicamente diferentes, que se denominan con letras, desde la A hasta la H. Todas ellas actúan a nivel de la unión neuromuscular, bloqueando la liberación de la acetilcolina, un neurotransmisor necesario para la contracción muscular.

Parálisis muscular temporal

Por ello el efecto que producen es una parálisis muscular temporal de origen químico sin que haya lesión física. La parálisis de la unión neuromuscular provoca los diferentes síntomas del botulismo en función de dónde se localiza dicha parálisis.

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