En esta década, los españoles han cambiado su forma de comer en consonancia con cambios sociales, como el mayor número de singles, el aumento de la demanda de productos más saludables pero también de platos preparados y más información sobre lo que se consume: una revolución que no ha afectado solo los consumidores, sino a toda la industria agroalimentaria.

Los cambios en alimentación son un proceso lento, pero en este periodo se constatado un aumento en el interés por la alimentación, con un consumidor que se informa más de la valoración nutricional y de otros aspectos relacionados con el etiquetado, según la Fundación Española de la Nutrición (FEN).

También van en consonancia con lo que se vive desde los 2000, con la reducción en la compra de pan, patatas, aceite de oliva y naranjas en los hogares españoles, «alimentos característicos de la dieta tradicional Mediterránea», explican a Efeagro fuentes de la entidad.

Ha cambiado la propia pirámide nutricional, con un mayor hincapie en la actividad física, el equilibrio emocional, el balance energético, las técnicas culinarias saludables y la ingesta de agua, todo ello para enfrentar unos retos que «no han cambiado mucho», ya que «una gran parte de la población sigue sin tener los recursos necesarios para confeccionar y llevar a cabo una dieta saludable».

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