Los avances en esperanza de vida que se han sucedido de forma casi ininterrumpida durante décadas se están ralentizando en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) a causa de la obesidad, la diabetes, el envejecimiento de la población o el consumo de opiáceos, que en Estados Unidos ha contribuido a un inquietante retroceso. Y en esos cinco últimos años Estados Unidos fue el único país de la OCDE donde la esperanza de vida descendió (2,4 meses). En su informe anual sobre la salud y los sistemas sanitarios publicado este jueves, la organización indica cuáles eran los países con mayor esperanza de vida en 2017: Japón (84,2 años), Suiza (83,6), España (83,4) e Italia (83).

Esos cuatro países están netamente por encima de la media de 80,7 años y, sobre todo, lejos de los que cierran la lista: Lituania (75,4 años), México (74,8) y Letonia (74,6). Los progresos han sido significativos desde 1970 en todos los miembros de la organización, y en particular en Turquía (24 años), Corea del Sur (20) y Chile (18), pero la situación está cambiando, sobre todo en Estados Unidos, Francia, Holanda, Alemania y el Reino Unido. El incremento entre 2002 y 2007 fue de media de 22,8 meses en la OCDE, pero se quedó en 11,2 meses entre 2012 y 2017.

Detrás están la creciente epidemia de obesidad y la diabetes, pero también menos mejoras en el tratamiento de enfermedades coronarias y derrames cerebrales, así como el progresivo envejecimiento de la población, que hace más difícil elevar los años de vida. Puntualmente, ha habido brotes de enfermedades respiratorias durante los años de referencia, y en particular la gripe que afectó a Europa en 2015 y que causó una caída de la esperanza de vida en 19 de los 36 miembros de la OCDE. A todo eso se añade la crisis de los opiáceos, particularmente grave en EE UU, donde desde 2011 ha estado en el origen de unas 400.000 muertes.

La tendencia reciente de ralentización de la esperanza de vida ha tenido algunas excepciones,

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