El año que comienza estará lleno de vueltas de tuerca a las que prestar atención: la gastronomía jugará con nuestros sentidos como nunca lo ha hecho, los vientos de cambio que soplan en nuestra manera de consumir cambiarán el rumbo de las converasiones con el frutero, los productos cosméticos serán más «salvajes» y, si quieres ponerte a dieta, quizá decidas preguntar a tus genes cuál es la mejor manera. Y eso no es todo, así que prepárate.

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«Estamos en el comienzo de una revolución. Las anteriores cambiaron el curso de la historia y esta no será diferente […]. En un mundo en el que buscamos algo mejor que el wow, la experiencia es crítica. […]. Y la tecnología hoy se utiliza más allá de la imagen y el sonido; busca estimular todos los sentidos, forzando los límites en cuanto a formato, sabor y composición de los platos». Así lo explican los consultores de The Food People, una firma de expertos británicos en el sector. Términos como supersense (supersentido) o eatertainment (entretenimiento del comensal), ensamblados por los expertos de Azti-Tecnalia (centro tecnológico experto en alimentación) y presentados en la feria Alimentaria 2012 (sí, no es una errata) como dos de las tendencias para 2020, son ya una realidad. Begoña Pérez-Villarreal (entonces directora de mercado de la Unidad de Investigación Alimentaria y hoy de EIT Food, una iniciativa de innovación), definió el primero como una experiencia multisensorial que busca una provocación de los sentidos; el segundo: aventura, diversión, sorpresa y entretenimiento como valor añadido. No podía estar más en lo cierto.

El pasado septiembre, el chef Luis Andoni Aduriz presentaba, junto a su responsable de I D, Ramón Perisé, y la división de mixología de Diageo (distribuidora de bebidas espirituosas), el World Class Lab by Mugaritz, un proyecto en el que cócteles y alta cocina se mezclan para hacer que nos explote la cabeza (en sentido figurado, se entiende). «Fuera de nosotros no hay dulce, no hay color, no hay sabor. Está todo en nuestro cerebro.

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