Dormir bien es todo un placer (y una rutina fundamental para nuestra salud) y, sin embargo, parece no estar al alcance de la mayoría, puesto que son pocos los que disfrutan de un descanso 100% reparador cada noche. El estrés, la exposición permanente a la pantalla y la ingesta abusiva de bebidas como el té o el café pueden provocarnos trastornos del sueño que, además de hacer que siempre nos sintamos cansados, dejarán huella en nuestro rostro en forma de ojeras y en nuestro humor. Entre las soluciones más recurrentes para tratar de aliviar esta afección está la de evitar mirar el móvil u otras pantallas un rato antes de dormir y, también, apostar por herramientas como metrónomos nocturnos que nos ayudan a conciliar el sueño. Y si, aun así, te despiertas con el pie izquierdo, siempre puedes incluir en tu dormitorio un despertador con luz natural.

Claro que, más allá de optar por estos dispositivos, debemos revisar nuestras herramientas básicas a la hora de dormir para asegurarnos que están contribuyendo de forma eficaz a nuestro descanso. Nos referimos a colchones y almohadas (¡incluso a nórdicos!), puesto que no sirve cualquiera. Cada cuerpo, además de los gustos personales, requiere de un tipo de dureza y firmeza que ayude a conciliar el sueño y a evitar dolores musculares y cervicales.

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