El cuerpo humano, además de por supuesto ser un ser vivo en sí mismo, es también un ecosistema hogar de numerosísimas especies microscópicas. Bacterias, virus, hongos… Quizás, uno de nuestros huéspedes más singulares son los pequeños ácaros que habitan los rincones de nuestro rostro.

Y es que efectivamente existen al menos dos especies de ácaro, Demodex folliculorum y Demodex brevis, que se han especializado en vivir en puntos concretos de nuestra piel, alimentándose del sebo que segrega y de las células muertas que se desprenden.

Deshaciéndose de la genética innecesaria

Ahora, un grupo internacional de científicos, incluyendo algunos adscritos a la Universitat de València y al CSIC, ha estudiado a fondo la primera de ellas (D. folliculorum) y ha llegado a la inquietante conclusión de que su particular estilo de vida, centrado en torno a los folículos pilosos de la cara y los pezones, podría estar empujándola a evolucionar hacia una forma mucho más simple, en la que prácticamente se convierta en una parte más del organismo hospedador.

Tal y como describen en un artículo publicado en el medio científico Molecular Biology and Evolution, la primera secuenciación del genoma de estos animales ha revelado que (en parte por la existencia aislada que llevan y la inevitable endogamia) están poco a poco prescindiendo de genes innecesarios y pasando a ser simbiontes internos en lugar de ectoparásitos.

 » Leer más