Desde hace tiempo se sabe que, si bien las temperaturas extremadamente bajas pueden ser perjudiciales para los organismos, una reducción moderada de la temperatura corporal puede tener efectos muy positivos.

Por ejemplo, una temperatura corporal más baja prolonga la longevidad de animales de sangre fría como gusanos, moscas o peces, cuya temperatura corporal fluctúa con la temperatura del ambiente. Y el mismo fenómeno se aplica también a los mamíferos, que mantienen su temperatura corporal dentro de un estrecho margen independientemente de lo frío o cálido que sea su entorno.

En concreto, el frío activa un mecanismo de limpieza celular que descompone los agregados proteicos nocivos responsables de diversas enfermedades asociadas al envejecimiento. De hecho, en los últimos años, diversos estudios sobre organismos modelo ya han demostrado que la esperanza de vida aumenta significativamente cuando se reduce la temperatura corporal.

Sin embargo, en muchos ámbitos aún no está claro cómo funciona exactamente. Ahora, un equipo de investigadores del Grupo de Excelencia en Investigación sobre el Envejecimiento (CECAD) de la Universidad de Colonia (Alemania) ha descubierto uno de los mecanismos responsables. El estudio ha aparecido en ‘Nature Aging’.

ELA y la Enfermedad de Huntington

El profesor David Vílchez y su grupo de trabajo utilizaron un organismo modelo no vertebrado, el nematodo ‘Caenorhabditis elegans’, y células humanas cultivadas.

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