Fue el 15 de marzo cuando la ambulancia se llevó al marido de Asun. Tan poco se sabía del coronavirus en aquella época que los dos pensaron lo mismo: la estancia en el hospital sería cosa de días. Por desgracia, se equivocaron. Esa noche fue la primera de muchas sin él. De urgencias pasó a la UCI, y allí estuvo 36 días. Se dice pronto, pero a la familia esa cifra le pesa.

En ese tiempo la cabeza da muchas vueltas, no para de pensar: «Y si empeora, y si no le vuelvo a ver… Y si, y si, y si». Mil escenarios; ninguno bueno. Son las inquietudes de quienes se quedan pegados al teléfono en casa, esperando noticias de la UCI, allí donde solo los médicos pueden entrar. Ser paciente no es fácil, pero ser familiar tampoco. Asun lo sabe bien, al igual que Victoria, cuya madre estuvo 66 interminables días allí dentro, y no hubo uno solo que no se hiciera «un ovillo en la cocina» hasta que recibía noticias del hospital.

Por eso, los psicólogos del madrileño Ramón y Cajal decidieron que tenían que hacer algo para ayudarles a gestionar la incertidumbre y el miedo. No solo a ellas, en general.

«Es una situación compleja que requiere de una ayuda adicional por nuestra parte«,

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