Tal es el terremoto emocional que la llegada de un nuevo miembro de la familia puede provocar en el hermano mayor que el tema ha inspirado hasta a los grandes de la literatura. Miguel Delibes, por ejemplo, lo abordó en El príncipe destronado (1973). En esta novela, que sucede en un único día, ese príncipe sin trono es Quico, un niño que va a cumplir cuatro años y a quien la llegada de una hermanita, Cris, lo relega a un segundo plano.

El nacimiento de un segundo hijo (o tercero o cuarto…) siempre es una alegría para la padres pero también un tema que les provoca dudas y temores respecto a cómo lo aceptarán lo mayores. ¿Cuándo y cómo hay que decírselo? ¿Qué se debe hacer para mitigar los celos que casi con toda seguridad llegarán?

Ante todo hay que tener en cuenta un aspecto importante: los celos del hermano mayor son completamente normales, una reacción natural ante lo que el menor entiende como una pérdida de poder, de atención y amor. Puede traer consigo cambios en el comportamiento del niño – es la forma que encuentra para expresar sus sentimientos ante lo que considera una amenaza- pero generalmente son temporales y si se manejan de la manera adecuada acabarán desapareciendo de manera progresiva.

¿Cuáles son los principales cambios que puede manifestar el hermano mayor antes de la llegada del nuevo bebé y tras su nacimiento?

– El niño puede volverse más retraído o tímido, puede evitar el contacto con otros niños y adultos y prefiere jugar solo.

– Hay niños que con la llegada de un hermano pueden sufrir una regresión: empezar a hablar como si fuesen pequeños, pedir de nuevo el chupete o volverse a hacer pis aunque ya hayan superado la etapa de pañal.

– También puede reclamar a sus padres para tareas en las que ya eran autónomos: pedirles que les den de comer, que les ayuden a dormirse… Tanto las regresiones como el reclamo de ayuda responden al pensamiento del niño, que cree que si al hermano pequeño le hacen más caso también se lo harán a él si se comporta como un bebé.

– Cambios de carácter: el niño puede estar más irritable o sensible, llorar con facilidad o enfadarse sin motivo aparente. Todo ello es resultado de no saber gestionar la tensión emocional que la llegada del nuevo bebé le provoca.

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