Los virus, como las bacterias, tienen la capacidad de evolucionar muy deprisa debido a su sencillez. Continuamente, van sufriendo mutaciones que les permiten adaptarse a los desafíos que su entorno les impone, incluyendo aquellos que provienen de los esfuerzos que hacemos los humanos para combatirlos.

Escapar a las vacunas

El SARS-CoV-2, el virus causante de la actual pandemia que vivimos, no es una excepción a esta regla. Ya hemos visto varias iteraciones del mismo por esta razón (las diferentes variantes) que iban aumentando, por ejemplo, su infectividad (el ejemplo más claro sería la variante ómicron); pero, hasta ahora, las vacunas han demostrado una gran eficacia contra él especialmente a la hora de disminuir los desenlaces más graves de la enfermedad.

Sin embargo, esto podría cambiar con algunos cambios concretos en el virus, según describe un artículo publicado en el medio especializado PLOS Pathogens. En este trabajo, los investigadores miran a la estructura y la función de los anticuerpos contra la proteína de la espícula del SARS-CoV-2 y a las mutaciones en dicha proteína que podrían ayudar al virus a evadir estos anticuerpos.

Concretamente, se trata de un meta-análisis de más de 139 artículos previos en los que pretenden encontrar las claves estructurales de aquellas mutaciones en la proteína de la espícula descritas hasta el momento que faciliten al virus a resistir al enlazamiento de anticuerpos y,

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