En una pequeña y remota isla bañada por las gélidas aguas del Báltico se encuentra un lugar, cerrado casi completamente al exterior, que guarda en su seno algunas de las peores pesadillas de la humanidad. Se trata de la isla de Riems, sede del Instituto Friedrich Loeffler.

La institución, fundada hace ya más de un siglo, depende en la actualidad del Ministerio Alemán de Comida, Agricultura y Protección del Consumidor y se dedica a investigar en condiciones de alta seguridad las enfermedades que afectan a los animales y que, en muchos casos, son transmisibles a los humanos por medio del fenómeno conocido como zoonosis.

Las excepcionales medidas de seguridad de las instalaciones de Riems, diseñadas para impedir a toda costa que un brote infeccioso pueda salir de la isla, han valido al lugar el apodo del ‘Alcatraz de los virus’.

De hecho, el laboratorio de Riems está categorizado como lugar de riesgo de nivel 4, el máximo en Alemania. Como explica el propio instituto, las personas que allí trabajan están sujetas a estrictos protocolos en el manejo de los agentes infecciosos, el material empleado y en el diseño de los experimentos; además, deben cumplir con estrictos imperativos éticos tanto en el diseño como en la realización y en la publicación de los resultados de las investigaciones,

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