El dióxido de titanio es una sustancia que se utiliza como colorante alimentario con el objetivo de hacer que sean más atractivos a la vista. Este aditivo tiene un tamaño muy pequeño, inferior a 100 nanómetros, y está presente en alimentos, en cosméticos, pinturas y medicamentos.

En este sentido, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) ha publicado un nuevo dictamen que actualiza su evaluación sobre la seguridad de esta sustancia y concluye que «no puede seguir siendo considerado seguro como aditivo alimentario».

Tras llevar a cabo una revisión de todas las pruebas científicas disponibles hasta el momento sobre el dióxido de titanio (E171), la EFSA resuelve que «no puede descartarse la preocupación por la genotoxicidad relacionada con las partículas de TiO2″. Por ello, al no considerarse como aditivo seguro, «no puede establecerse una ingesta diaria admisible».

El profesor Maged Younes, presidente de la Comisión Técnica de Aditivos y Aromas Alimentarios (FAF) de la EFSA, declaraba que «tras su ingestión, la absorción de partículas de dióxido de titanio es baja, pero pueden acumularse en el organismo».

Entonces, ¿se ha prohibido el dióxido de titanio? El papel de la agencia es evaluar todos los riesgos asociados a esta sustancia como aditivo en los alimentos, no para el resto de usos.

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