España ha dado un enorme salto en los últimos tres años en el camino de la curación de la hepatitis C, según coincidieron los principales hepatólogos del país, reunidos hoy en su congreso anual. Sin embargo, añaden, debe implantar con urgencia un plan nacional contra los últimos reductos de esta enfermedad si quiere cumplir el objetivo de la OMS para los países desarrollados: la eliminación de esta patología en 2021.

Estos expertos, agrupados en la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas (Aehve), han remitido a las administraciones sanitarias, tanto al ministerio como a las autonomías, un plan con diez grandes medidas que, de llevarse a cabo, consideran que permitiría «acercarse mucho» al objetivo de eliminar la enfermedad en los próximos tres años. Para ser efectivo, dice Javier García-Samaniego, el coordinador de Aehve, debería ser puesto en marcha de forma coordinada por las autonomías y con directrices comunes a todo el país.

La estrategia parte de una realidad muy positiva. La administración del nuevo fármaco contra este virus a todos los españoles a los que se les había detectado una infección por hepatitis C -fuese de carácter leve o muy grave- ha permitido la curación, desde 2015, de más de 120.000 pacientes, gracias a que el antiviral tiene un 95% de efectividad. En otras palabras, los enfermos detectados y controlados por la sanidad pública ya están tratados y curados.

Pero eso no resuelve del todo el problema. Para lograr la práctica erradicación de la transmisión del virus en España la medicación tiene que llegar también a dos grandes colectivos que suman entre 70.000 y 100.000 pacientes. Son los españoles que desconocen que están infectados por el virus C -por no haber tenido síntomas que lo delaten- y los enfermos que pertenecen a colectivos de riesgo que, como en muchas ocasiones ocurre con los drogodependientes, están alejados del sistema sanitario.

Buena parte del plan,

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