«Mi problema viene desde la infancia, cuando pasé un episodio traumático vinculado a los abusos sexuales. Eso ya te desajusta tu biografía y tienes todas las papeletas para tener un problema de salud mental. A partir de ahí, a los 11 o 12 años empiezo a escuchar voces que siempre están diciéndome mensajes negativos, que incitan una falta de autoestima enorme; me decían que no servía para nada, que qué hacía aquí… y empiezo a tener pensamientos con tendencia a quitarme la vida«. De esta forma tan clara como dura, José Luis Herrera relata un inicio de su vida que, por desgracia, «se repite en muchísimas personas».

Hoy en día hay muchos lugares y profesionales a los que acudir, pero «en la década de los 80 no había la misma información», lo que hace que este hombre que hoy tiene 49 años y ya está estable, dirija su vida por caminos nada recomendables. «Para huir de todo ese acoso y para dejar de ser una persona que no encaja dentro de la sociedad, entré en la rueda de fumar porros, consumir tóxicos… y esto potencia todavía más esos despoblamientos, esas voces, esas pérdidas de la realidad».

En el año 2000, a los 29 años, José dice «basta» y se pone en manos de profesionales: «Acabo yendo al hospital y entro dentro del circuito de consultas de salud mental».

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