Llevamos tres semanas de confinamiento forzado a causa del COVID-19. Entendemos la importancia de permanecer confinados, pero nos apetecería salir al exterior y socializar, cansados de mirar a las pantallas del ordenador. Sin embargo, existe un numeroso grupo de personas cuya vida no se ve afectada en absoluto por el aislamiento, pues hace años que practican el distanciamiento social encerrados en sus apartamentos de forma voluntaria. Son los hikikomori, los ermitaños del siglo XXI, fenómeno que comenzó en Japón y que se ha extendido más de lo que podríamos pensar.

No en vano, no se trata de un fenómeno exclusivo de Japón: se han registrado casos en Corea del Sur, Hong Kong, EEUU o incluso España, donde se le conoce como «Síndrome de la Puerta Cerrada». ¿Es este un grupo pionero que marcará las normas sociales del futuro?

Jóvenes ermitaños… y ya no tan jóvenes

La palabra hikikomori deriva del verbo hiki, que podría traducirse como «retirarse o atrincherarse», y de komoru, que significa «entrar». El término fue acuñado oficialmente por el psicólogo y profesor de la Universidad de Tsukuba, Tamaki Saitō, en su libro Hikikomori: Adolescence without End, editado por primera vez en 1998.

Este especialista se fijó en el fenómeno de jóvenes caracterizados por un comportamiento asocial que se encierran en sus apartamentos, tras el pinchazo de la burbuja financiera e inmobiliaria japonesa de los años 90. Se consideran como hikikomoris aquellas personas que permanecen en sus casas durante un período mínimo de seis meses y sólo salen a comprar lo esencial.

Al principio se pensó que el perfil de un hikikomori era de un joven varón adicto a los videojuegos, manga y anime: un otaku antisocial ni-ni. No obstante, los psicólogos se han dado cuenta de que la realidad es más compleja y cada vez afecta a una parte más amplia de la población, incluyendo a mujeres e, incluso,

 » Leer más