Alma aún no tiene dos años, los cumplirá en abril, pero ya sabe lo que es tener que someterse a un tratamiento oncológico. Cuando apenas tenía nueve meses, su progenitora se dio cuenta de que algo no iba bien en su ojo derecho y ahí comenzó “una aventura muy oscura al principio” que todo hace pensar que está a punto de acabar. La última fase ha consistido en unas sesiones de protonterapia, para lo que tuvieron que trasladarse a Suiza, toda vez que esta técnica de irradiar algunos tumores más precisa, eficaz y con menos efectos secundarios no llegó a España hasta el pasado 26 de diciembre.

Con motivo este martes del Día Mundial contra el Cáncer, Clara Sierra abre las puertas de su casa a este diario y cuenta su historia esperanzada de poder ayudar así a otras familias. “Cuando te dicen que tu hija tiene un tumor maligno se te viene el mundo encima. Al principio todo fueron malas noticias. Pero hacia la mitad del proceso empezamos a ver la luz”, refiere.

La niña reaccionó muy bien a la quimioterapia, el rabdomiosarcoma desapareció con rapidez y los médicos que la atendían en el Hospital 12 de Octubre valoraron que era apta para la terapia con protones. «Se me hinchó el pecho», señala esta madrileña, que ya se había informado de las ventajas de una tecnología aún minoritaria a nivel mundial.

“El objetivo en nuestro caso era terminar de sellar la zona”, continúa, mientras la pequeña sube y baja del sofá con una vitalidad admirable, sin reflejar en ningún momento por todo lo que ha pasado. Con una cara muy expresiva y una sonrisa permanente, resulta difícil imaginar que el último año ha transcurrido para ella de ingreso en ingreso.

A Clara también se le ilumina la mirada cuando habla de lo “todoterreno” que ha sido su bebé. “Ha estado estupenda, incluso en Suiza, que la dormían todos los días y decían que le podía doler la cabeza”, relata. La protonterapia requiere de una precisión milimétrica que lleva a que los pacientes más pequeños sean tratados bajo anestesia general. Y así fue para Alma de lunes a viernes durante mes y medio.

En ese viaje, madre e hija contaron con el apoyo de la Fundación Columbus, creada en 2017 a la espera de que esta terapia llegara a España.

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