A día de hoy la esperanza de vida en los países desarrollados es cada vez mayor. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) recopilados en 2019, en la actualidad viven en España más de siete millones y medio de personas mayores de 65 años (lo que viene a representar casi un 20% del total), de los cuales 1.373.000 supera los ochenta.

Mayor esperanza de vida no presupone siempre mejor calidad de vida para nuestros mayores, por eso es importante poner a su alcance distintas actividades y terapias que puedan beneficiarles a nivel cognitivo, físico y emocional. Y dentro de éstas, la música juega un papel fundamental.

A cualquier edad la música nos ayuda a socializar, fortalece los vínculos afectivos entre personas, nos acompaña en momentos difíciles y nos produce placer (se ha comprobado científicamente que escuchándola aumentan los niveles de serotonina, neurotransmisor que regula el estado de ánimo y el sueño y que inhibe emociones negativas como la ira).

Pero además, llegados a la vejez, la terapia musical (también llamada musicoterapia) puede convertirse en uno de los tratamientos más eficaces para personas mayores que sufren determinados trastornos. Por un lado, por su capacidad para satisfacer sus necesidades sociales, liberar los recuerdos y ejercitar la memoria y, por otro, por los buenos resultados que la aplicación de técnicas de musicoterapia neurológica ha dado en el tratamiento de enfermedades que afectan al cerebro como párkinson, alzhéimer, autismo, traumatismo cerebral o apoplejía.

Los especialistas establecen tres ámbitos principales en los que la músicoterapia aporta ventajas en la tercera edad:

La música les ayuda a mantener o mejorar sus habilidades verbales ya que a través de actividades rítmicas, por ejemplo, se puede contribuir a la inteligibilidad del lenguaje. Además, escuchar canciones que han sido especiales para ellos en algún momento de sus vidas estimula la memoria a diversos niveles (tanto a corto como a largo plazo), ayuda a evocar recuerdos casi olvidados, a mantener la atención y a conectar la persona con la realidad. Por último, aunque no menos importante, incentiva la creatividad y estimula sus ganas de aprender.

Cualquier melodía o canción provoca en una persona mayor un estímulo sensorial. Además produce un efecto relajante y disminuye sentimientos como la ansiedad, la angustia, la tristeza y la soledad. Activa el sistema motor y favorece el equilibrio. Seguir el ritmo o tocar un instrumento mejora la coordinación de movimientos,

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