En este periodo insólito de confinamiento en el que nos vemos inmersos en la actualidad, no cabe duda de que tener la mente ocupada hace que el tiempo transcurra más rápido y nos aleja de estados de angustia, ansiedad o depresión. Son muchos los expertos que insisten en la importancia de establecer rutinas en la vida diaria que nos impidan estar ociosos y pensar demasiado en lo que nos rodea. Pero, ¿de verdad resulta tan beneficioso establecer rutinas?

Rutina es una palabra que proviene del francés, routine, que significa «costumbre o hábito adquirido de hacer las cosas por mera práctica y de manera más o menos automática» (RAE, 2020). La rutina nos permite organizar nuestro tiempo de una forma práctica, automatizada.

Históricamente ha habido personas ilustres reconocidas por sus rutinas, como Nietzche, Karl Max o Emmanuel Kant. Este último era apodado «el reloj de Konigsbergh», su localidad natal, y tenía por costumbre pasear todos los días a la misma hora, aprovechando los vecinos su paso por determinados lugares para poner en hora sus relojes.

Pues bien, con la COVID-19 acechando, nos hemos visto, de la noche a la mañana, obligados a recluirnos en nuestras casas. Hemos tenido que frenar en seco nuestra inercia cotidiana, para dar paso a una situación desconocida e insólita con repercusiones a nivel mundial. En este contexto, la rutina puede jugar el papel de aliado o de enemigo.

La rutina ahorra energía

Como aspectos positivos de la rutina, cabe destacar que nos permite alcanzar cierto nivel de orden y organizar nuestra vida, además de ganar tranquilidad, dormir mejor y obtener una mayor seguridad emocional. Por si fuera poco, la planificación reduce el estrés y la depresión, nos genera una estructura conocida y nos ayuda a movernos en nuestra «zona de confort».

Por otro lado, la rutina nos ayuda a administrar mejor nuestro tiempo, de forma disciplinada,

 » Leer más