JERÓNIMO ORS

  • Durante los meses más fríos, la piel necesita cuidados especiales.
  • El objetivo es proteger su vulnerabilidad.

Cuidado de la piel

La piel es un órgano maravilloso que nos relaciona con el mundo. Nos proporciona placer gracias a las terminaciones nerviosas que la tapizan, con millones de sensores distribuidos a lo largo de nuestra anatomía. Nos mantiene calentitos en invierno y frescos en verano, y realiza, además, un montón de funciones básicas sin las cuales la vida sería imposible.

Así, y al igual que cuidamos a un amigo que se esmera en hacernos la vida más agradable, cuidar la piel es uno de los compromisos esenciales que tenemos con nuestro cuerpo.

En invierno, la piel sufre intensamente porque ante la hostilidad ambiental debe reforzar su capacidad protectora. Nuestra epidermis se pone a funcionar a tope con todos sus mecanismos, y eso la deja extenuada.

Una de las consecuencias es que se muestra pálida, fría y muy seca. Incluso puede llegar a descamarse, picar y producir una sensación de desasosiego francamente incómoda. Esta sequedad extrema se ve multiplicada en las personas mayores, cuya piel va perdiendo capacidad de reacción. Y también en las ciudades con clima extremo o mucha contaminación.

El primer consejo es que acortemos el tiempo de ducha, así ahorramos agua ayudando a preservar un bien esencial. Tomaremos duchas cortas, con agua no muy caliente, y muy pequeñas dosis de gel o jabón, para secarnos después con cuidado, poniendo atención en los pliegues.

La piel tiene naturalmente una capa de crema protectora compuesta por factores de hidratación, ácidos grasos esenciales, y esteroles. El agua caliente, mezclada con los agentes limpiadores de los geles, arrastra esa capa de protección, dejando la piel absolutamente seca e implacablemente desprotegida.

El segundo consejo es utilizar alguna de las cremas que ayudan a recuperar la capa de protección. Yo, que soy un enamorado de las plantas, las aplico siempre en mis fórmulas, combinando productos ecológicos de alta eficacia. Por ejemplo, sustancias como la Caléndula, el Aceite de Aguacate (muy rico en grasas beneficiosas), y el maravilloso Aceite de Argán, ayudan sobremanera a la recuperación de las pieles secas.

Cuando el problema se agrava mucho, la Centella Asiática, gracias a su capacidad regeneradora que estimula la piel para que fabrique nutrientes beneficiosos, viene en nuestra ayuda.

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