Junto con el análisis de sangre, el de orina es uno de los marcadores que más nos ayudan a revelar el estado de nuestra salud. Las sustancias que la componen no sólo nos hablan de posibles problemas en los riñones, también en el resto de organismo, pues por el aparato urinario es el encargado de filtrar la sangre de sustancias nocivas y desechos.

Sin embargo, no hace falta una analítica exhaustiva para que la orina nos ‘avise’ de un posible problema de salud, basta con observar su color para sospechar de que algo no va bien. Y es que el ‘urocromo’, el pigmento que, en condiciones normales es de color ámbar, puede variar ante determinadas enfermedades e incluso comidas o medicamentos.

Además del ámbar, más claro o más oscuro dependiendo de la concentración, la orina puede adquirir distintas tonalidades, que pueden indicar desde haber comido remolachas o frijoles hasta padecer de porfiria.

Analizamos las 10 tonalidades más comunes y qué puede haber detrás de ellas.

1. Ámbar o amarillo de claro a palo

Este es el color natural de la orina, el que indica que, al menos por el color, no hay nada que temer. El amarillo podrá ser más o menos intenso dependiendo de la proporción de agua y desechos qua haya en la orina.

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