La semana pasada nos alarmamos mucho por titulares alertando de la peligrosidad de la alimentación vegana para el desarrollo y salud del cerebro por ser deficiente en colina, basados en un texto (no en un estudio científico, como se ha llegado a afirmar) que una doctora que forma parte del Meat Advisory Panel remitió a la revista BMJ. Ese clarísimo conflicto de interés no fue incluido en la publicación original y el BMJ tuvo que rectificarlo a posteriori. Ahora si se puede leer (En Footnotes, Competing interests).

No voy a entrar en valorar la motivación que dicho panel puede tener en pagar para publicar en abierto esa opinión en el BMJ y encargarse de que se haga una amplia distribución a los medios, sin citar el conflicto de interés hasta que les fue requerido. Creo que es bastante obvio. Y ojo. Los conflictos de interés no son malos per se, ni hay quien esté libre de ellos. Lo malo es que condicionen o tergiversen un mensaje.

Tampoco voy a centrarme en las omisiones curiosas de la doctora Derbyshire al olvidar en su lista de alimentos ricos en colina a la soja (uno de los más reseñables), por ejemplo, para pasar directamente a las almendras.

Ese texto no solo dio lugar a noticias con titulares amarillistas, también tenemos artículos burlescos y claramente ofensivos (además de con errores técnicos graves) hacia el colectivo, que no toleraríamos jamás dirigidos a otras minorías, pero que cuando ridiculizan a los veganos campan a sus anchas por la prensa nacional con la complacencia y el aplauso de demasiada gente.

No hay ni una sola alerta sanitaria por déficit de colina en población vegana, no obstante un texto de una persona que trabaja para un lobby bastante significativo en relación al tema fue suficiente para lanzarse a titulares cuando menos poco acertados, artículos de opinión jocosos y noticias alarmistas. Independientemente de cuál sea vuestra opción dietética o estilo de vida,

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