Tranquiliza pensar que en España el año 2020 ha empezado cerrando ciclos. Tenemos gobierno, ¡por fin! Y haber visto a Pablo Iglesias llorando roto de emoción nos hizo simpatizar con él, pese a que tengo amistades que no pueden ni mencionarlo. Fue un llanto ansioso pero también propagandístico. Poco convence más que un varón emocionado. Y para emociones está el ¡Hola!, que ha conseguido la mejor portada de los últimos meses: María Teresa Campos elevada a personaje mitológico: el amor verdadero triunfa a cualquier edad y aunque termine mal puede convertirte en sobreviviente. No hay nada que nos fascine tanto como un superviviente.

La portada de María Teresa Campos tiene todos los ingredientes de un buen número de ¡Hola! En un interior, donde predominan los tonos bronce y coñac, ella está sola vestida con un cierto aire a deidad pre hispánica y con una mirada cargada de información que generosamente inflama la entrevista. Pero hay también un destello de desafío, de seguir adelante, de nunca caerse para no levantarse. Es María Teresa Campos una nueva heroína. Cuando nos explica que su exnovio, Bigote Arrocet, la dejó por WhatsApp nos quedamos peor que con las lágrimas de Iglesias. ¡Cómo puede hacerse algo tan vil! En los años noventa, Daniel Day-Lewis hizo lo mismo con Isabel Adjani, pero empleando el fax. Horroroso, de mucha mala educación. Pero Campos, como Adjani, se crecen ante esta bofetada y cuando nos lo cuentan es para que aprendamos a ser mejores incluso cuando nos dejan por el suelo. Me apena este final porque defendí el principio de un romance adulto y espléndido. A María Teresa el romance le sentaba fenomenal. Despertaba en ella vitalidad y sentido del humor. Todos sabemos que ella ha ayudado a abrir un camino para las mujeres profesionales de este país a coste de un precio familiar injustamente alto. Con Bigote ella pareció tomarse unas vacaciones dentro de su propia intensidad. Pero Bigote falló. Una y otra vez hasta que se definió con esa despedida de mal gusto.

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