¿Cómo saber si mi hijo ve bien, más allá de toda duda? ¿Es necesario llevarle al oculista, si no se queja de que ve mal? ¿Qué puedo hacer en casa para cuidar del buen estado de sus ojos? Las dudas y las inseguridades son más comunes de lo que pudiéramos creer, cuando se trata de la salud de los más pequeños. Para muchos padres, su hijo ve bien “porque nunca ha dicho nada”, cuando en realidad eso no garantiza nada: “Ningún niño que ve mal sabe que ve mal. Ignoran lo que es ver bien porque siempre han visto de esa forma, y eso hace que los déficits de visión en los primeros años de vida pasen a menudo desapercibidos”, sostiene la pediatra Lucía Galán. “Muchos de esos defectos se detectan cuando empiezan a leer o escribir, a los cinco o seis años, y con algunas patologías podemos llegar tarde”.

Según el informe El estado de la salud visual infantil en España 2019, elaborado por la asociación Visión y Vida, uno de cada tres casos de fracaso escolar que se producen en menores de entre 6 y 12 años se debe precisamente a problemas de visión, algo especialmente preocupante si se tiene en cuenta que, según dicho informe, muchos padres no son conscientes de las carencias visuales de sus hijos, y la mitad de los niños que necesitan gafas no las usan. De los 7.535 alumnos de Primaria que participaron en el estudio, más de la mitad (el 56 %) falló en una o más pruebas optométricas, y casi uno de cada tres lo hizo en dos o más.

Las pantallas, en su justa medida

Cuidar la salud visual no tiene por qué equivaler a renegar de la exposición a las pantallas, pero sí a mantenerla dentro de unos límites razonables. Conviene recordar que la Academia Americana de Pediatría recomienda evitar dicha exposición para los menores de dos años, y después hacerlo no más de dos horas al día. “A los niños que ya leen y utilizan pantallas,

 » Más información en elpais.es