El científico Juan Carlos Izpisúa ha dado un paso más hacia el futuro que imagina: la creación de miles de embriones humanos artificiales en el laboratorio para investigar en ellos la toxicidad de nuevos medicamentos o los efectos de mutaciones genéticas generadas previamente. El equipo de Izpisúa, del Instituto Salk de EE UU, ha logrado coger una célula de la oreja de un ratón, reprogramarla y crear a partir de ella una pelota de 100 células similar al desarrollo embrionario que en condiciones normales conduce al nacimiento de un animal. Es, según relata, el “embrión artificial” más avanzado conseguido hasta la fecha.

Izpisúa, nacido en Hellín (Albacete) en 1960, cree que esta estrategia servirá para entender mejor el inicio de la vida. “Estas primeras etapas del desarrollo del embrión tienen profundas implicaciones en el éxito de un embarazo, en cómo los órganos se forman e, incluso, en enfermedades posteriores, como el alzhéimer”, explica el investigador. “El desarrollo de estas técnicas para obtener estructuras similares a embriones podría evitar la necesidad de destruir embriones naturales para modelar enfermedades, descubrir fármacos y caminar hacia la medicina personalizada”, sostiene.

Un ser humano surge a partir de una sola célula producto de la fusión de un óvulo de la madre y un espermatozoide del padre. Esa única célula todopoderosa tiene todas las instrucciones para dar lugar a una persona con 37 billones de células, cada una con su función. Cuando el embrión tiene apenas 100 células, a los cinco o seis días de la fecundación, se llama blastocisto. Esa es la estructura que ha recreado el equipo de Izpisúa en el laboratorio a partir de una sola célula de ratón y una sopa química. Los autores se refieren a su creación como embrión sintético, embrión artificial o blastoide.

«Las innovaciones médicas que cambian la vida a menudo plantean cuestiones éticas, es natural», afirma Izpisúa

“Sé que esta investigación generará preocupaciones éticas si realizamos estos experimentos con células humanas”, admite el investigador español. “Desde un punto de vista puramente científico,

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