Conocido como ‘ojos danzantes’ o síndrome de los ojos danzantes, el nistagmo es el término utilizado para describir los movimientos rápidos e involuntarios que se producen en los globos oculares. La persona que los realiza no se da cuenta, pero sí le afecta de manera negativa a la visión, pues le es muy difícil enfocar y la imagen llega distorsionada al cerebro. Además, también pueden verse afectados el equilibrio y la coordinación.

El nistagmo puede afectar a los dos ojos, a uno solo y provocar movimientos rotatorios, verticales u horizontales. El más común, es el bilateral horizontal.

Este síndrome que puede ser congénito o adquirido, está asociado a alteraciones del funcionamiento en las áreas del cerebro que controlan el movimiento, pero las causas exactas se desconocen.

Conocido como Nistagmo congénito infantil o Síndrome de nistagmo infantil (SNI), suele manifestarse cuando el bebé cuenta con entre ochos y 12 semanas de vida. Por lo general, aunque cause síntomas graves como la falta de agudeza visual y una mala visión, no está relacionado con ninguna enfermedad grave.

Otras veces, puede estar asociado a otros trastornos, como albinismo, estrabismo o con algunas anomalías neurológicas congénitas, como malformación de Chiari. También puede ser causado por enfermedades congénitas del ojo, aunque esto es poco frecuente y, por lo general, se aborda de manera multidisciplinar por los profesionales de la oftalmología, neurología y otorrinolaringología.

Cuando los ojos empiezan a moverse manera involuntaria a una edad más avanzada se habla de nistagmo adquirido porque está causado por alguna enfermedad, lesión o traumatismo. Además, suele estar acompañado de otros síntomas, como oscilapia -sensación de que todo se mueve alrededor-, sensibilidad a la luz, mareos o dolor de cuello.

Las causas pueden ser varias:

Diagnosticar el nistagmo es fácil, pues se detecta simplemente con la observación, pero no así el tratamiento, pues dependerá de la patología que lo cause. Para ello, ese manejará de manera multidisciplinar entre neurólogos, otorrinos y oftalmólogos, que encontrarán la causa del nistagmo tras hacer una serie de pruebas diagnósticas, como resonancia, TAC, pruebas para descartar patologías oculares o del oído, etc.

En general, el nistagmo congénito o infantil no tiene cura, pero sí puede tratarse con el fin de mejorar la visión de los pacientes a través de distintas terapias farmacológicas o quirúrgicas.

En cuanto al adquirido,

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