En un mundo cada vez más tecnológico, ¿cómo detectar cuándo hay que bajarse del tren de las redes sociales? ¿Es posible conseguirlo? ¿Conviene desconectar de ellas de vez en cuando? ¿Su influjo afecta a todos por igual o hay personas que tienen más predisposición a sucumbir a sus encantos?

Que su impacto es cada vez más potente, nadie lo puede negar. Según el último Estudio Anual de Redes Sociales, elaborado por IAB Spain en 2019, en España el 85,5% de los internautas de 16 a 65 años utiliza las redes sociales, lo que viene a representar más de 25 millones de usuarios.

De este informe de la asociación de publicidad, marketing y comunicación digital en España, se extraen también otros interesantes datos: el uso de redes sociales es muy similar en ambos sexos (49% hombres y 51% mujeres) con una edad media de 39 años. El estudio señala que se utilizan una media de 3,7 redes sociales por persona siendo las más populares WhatsApp (88%) y Facebook (87%); YouTube la más frecuentada por los jóvenes (el 76% de los usuarios tienen entre 16 y 30 años) e Instagram la que más crece en seguidores (de un 49% a un 54%).

Cuando se aborda la frecuencia de uso aparecen las señales más reveladoras. Un 97% de los usuarios confiesa usar WhatsApp a diario, seguida de Facebook (73%) e Instagram (70%). También WhatsApp lidera el tiempo de uso (una media de casi dos horas por usuario) seguida por YouTube con una hora y 34 minutos. Un tiempo que se dedica sobre todo a chatear y enviar mensajes (65%), ver vídeos y música (57%) y ver qué hacen sus contactos (45%).

Si estar conectado se presupone el pan nuestro de cada día para el común de los mortales, ¿cuáles son entonces las señales inequívocas que pueden hacer saltar las alarmas y sugerir que su uso está afectando a nuestra salud física y mental? Los expertos hablan de cuatro motivos fundamentales:

Si lo último que ojeamos por las noches es la pantalla del móvil, la tablet o el ordenador y, a la vez, también lo primero que vemos por las mañana, esto es sintomático de que se está haciendo algo mal. La exposición excesiva a las pantallas puede afectar de manera negativa a la calidad y a la duración del sueño, especialmente antes de ir a la cama.

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