Nada más conocerse los primeros casos del coronavirus, los mercados bursátiles chinos se desplomaron, cayó el precio del petróleo y las exportaciones se vieron fuertemente golpeadas, y arrastraron a las bolsas de todo el mundo. Eran cifras macroeconómicas difíciles de asimilar. Pero la crisis provocada por Covid-19 ya se ha trasladado a las fábricasa las tiendas y a los aeropuertos.

Tanto es así que este sábado la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, señaló que en el escenario actual, de vuelta a la normalidad en el segundo trimestre, el crecimiento económico del gigante asiático se vería lastrado en 0,4 puntos (hasta un 5,6%) y el PIB mundial en 0,1 sobre las previsiones de enero. “Pero también estamos analizando escenarios más nefastos”, alertó en la reunión de los ministros de Economía del G20.

Entre las empresas, la voz de alarma la dio esta semana Apple al anunciar que no cumplirá con las previsiones de ingresos de 67.000 millones de dólares para este trimestre por el doble efecto negativo de la caída de ventas en China por el cierre de tiendas y por la paralización de las fábricas chinas donde se ensamblan sus iPhone e Ipad.

La culpa la tiene en gran parte Foxconn, el mayor fabricante mundial de componentes electrónicos y el mayor exportador de China, que mantiene inactivo a una buena parte de su ejército laboral de más de 500.000 trabajadores, en particular los que trabajan en su macrofactoría de Zhengzhou. La firma taiwanesa no solo trabaja para Apple sino para otras multinacionales como Sony, Microsoft o Amazon. Otras tecnológicas chinas como Huawei o Xiaomi también están teniendo problemas de suministro y los mismo les sucede a las firmas de chips estadounidenses Qualcomm y Broadcom, que dependen de las fábricas chinas. La reciente suspensión del Mobile World Congress de Barcelona escenificó la huella que ha dejado en el sector tecnológico el pánico al virus.

Un miedo que ha ralentizado la producción de multinacionales de alimentación como Pepsico, Kraft Heinz, Nestlé o Pernod Ricard que tienen fábricas en el país asiático.

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