Desciende el número de personas hospitalizadas con listeriosis pero, 20 días después de que se activara la alerta sanitaria con origen en la carne mechada de la empresa Magrudis, aún siguen confirmándose nuevos positivos en la enfermedad. El último se conoció ayer, en Granada, al tiempo que surgía la noticia de que seis personas ha sido afectadas por el mismo brote en Alemania. El periodo que transcurre entre la consumición de alimentos contaminados hasta que aparecen los primeros síntomas de una intoxicación alimentaria puede ser muy largo, como ha demostrado el caso de la carne mechada, pero no siempre es así: el tiempo varía mucho, desde las 6 horas a las que puede debutar la salmonelosis hasta los 70 días que pueden transcurrir hasta que se manifiesta la listeriosis.

Según la microbióloga del Centro Nacional de Microbiología Silvia Herrera, «la respuesta de la población a una toxinfección alimentaria depende de la dosis infectiva del patógeno implicado y del tipo de alimento consumido». En concreto, varía según el número de bacterias que es necesario ingerir para producir la infección, y hay que tener en cuenta que determinados pH, temperaturas, salinidad o contenido en agua de las viandas puede favorecer que ocurra un crecimiento masivo de la bacteria.

Además, hay personas más propensas a sufrir infecciones de este tipo o que sufren consecuencias más graves. «Los principales grupos vulnerables son los bebés y niños, porque sus sistemas inmunes no están del todo maduros. Las mujeres embarazadas también son especialmente vulnerables a infecciones transmitidas por alimentos y, aunque muchas veces la toxiinfección puede ser asintomática para la madre, la transmisión a la placenta puede tener consecuencias para el feto y para el recién nacido. También lo son los enfermos crónicos o con el sistema inmune deprimido que están bajo tratamiento con inmunosupresores y las personas mayores de 65 años, quienes tienen un sistema inmune debilitado y un mayor riesgo en las prácticas de cocina que llevan a cabo, principalmente por el deterioro de sentidos como el olor y el sabor, que puede hacer más complicado el identificar alimentos en mal estado»,

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