En poco menos de dos meses, el coronavirus 2019-nCoV se ha cobrado la vida de 813 personas. Ya son más que los muertos por el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS, por sus siglas en inglés) entre 2002 y 2004. Si la progresión en el número de fallecidos continúa como hasta ahora -ayer se incrementó en 89-, hoy superará los 900. Y continuará aumentando considerablemente en los próximos días, porque ayer la jornada se cerró con más de 37.500 infectados.

Afortunadamente, el número de nuevos contagios se redujo por cuarto día consecutivo, y la propagación del coronavirus fuera de la provincia de Hubei -epicentro de la infección- continúa ralentizándose. Así, parece que se está cumpliendo el modelo predictivo desarrollado por Zhong Nanshan, líder de los especialistas despachados por el gobierno chino para contener la epidemia, según el cual el coronavirus ha alcanzado ya su apogeo y, poco a poco, irá infectando a menos gente. No obstante, las Autoridades del gigante asiático subrayan que no se puede bajar la guardia, y que solo se podrá cantar victoria manteniendo las drásticas medidas que han logrado contener la epidemia. Si Zhong está en lo cierto, en marzo se podría decretar el fin de la crisis sanitaria.

Hasta entonces, Hubei continuará en cuarentena y más de 55 millones de personas no podrán moverse. Fuera de allí preocupa el regreso escalonado al trabajo, que comienza hoy en muchas ciudades, incluida Shanghái. En la capital económica de China ayer se registró un incremento en el flujo de llegadas por tren y por carretera, pero fue muy inferior al que otros años provoca la ‘operación retorno’ de las vacaciones del Año Nuevo Lunar. De hecho, el tráfico continúo siendo mucho más fluido que el de un día normal. Por su parte, el aeropuerto, en el que los pasajeros deben someterse a tres controles de temperatura antes de tomar un avión, aparecía desierto.

En cualquier caso,

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