«Nuestro equipo ha hecho ajustes en el modelo de predicción inicial teniendo en cuenta las medidas impuestas por China y el hecho de que no ha habido una ‘operación retorno’ después de las vacaciones del Año Nuevo Lunar. Vaticinamos que el brote del coronavirus alcanzaría su punto culminante a mediados de febrero, y, desde el día 15, las infecciones se han reducido. Ahora, tenemos confianza en que la situación esté bajo control en abril». Así de seguro se declaró este jueves Zhong Nanshan, el epidemiólogo que dirige la batalla de China contra el Covid-19, en una multitudinaria rueda de prensa a la que, a diferencia de los periodistas, acudió sin mascarilla.

Aunque sus palabras pueden sonar triunfalistas teniendo en cuenta cómo la epidemia se expande por otros países, Zhong también hizo autocrítica. Aseguró que el Centro para la Prevención y Control de Enfermedades (CDC), y no los políticos, debe jugar el papel más relevante en el combate de las epidemias, y denunció que no se destinen más recursos a la investigación a largo plazo de estos virus. Finalmente, se lamentó de que el mundo no se tomase en serio sus predicciones y lanzase otras mucho más catastrofistas que no se han materializado.

Las estadísticas parecen darle ahora la razón. este jueves, el gigante asiático informó de la muerte de 29 personas, el número más bajo de las últimas tres semanas, y solo sumó 440 nuevos casos. No obstante, los científicos no bajan la guardia y continúan tratando de entender mejor el peligro que supone el Covid-19. A ese respecto, un análisis de los 72.000 casos registrados en China permite sacar conclusiones sobre los segmentos de la población a los que más afecta. Y los datos dejan en evidencia grandes diferencias en la mortalidad de la enfermedad.

Según el análisis de los especialistas, la neumonía atípica mata al 2,3% de quienes la contraen. Un porcentaje muy superior al de la gripe común y también más elevado que el 0,7% calculado por la Organización Mundial de la Salud.

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