LA MAYORÍA de nosotros padecemos lo que se conoce como síndrome de resistencia al cambio. En todos los ámbitos: laboral, personal e incluso en actividades de la vida cotidiana nos cuesta cambiar. Nos da miedo, nos asusta. Y la mayoría de nosotros, además, somos dados a diagnosticar, aunque sepamos más bien poco tanto de la enfermedad como del presunto enfermo. Etiquetamos colectiva —“vivimos en una sociedad deprimida, esquizofrénica”— o individualmente —“ese es un bipolar; y la tímida es una autista ‘de libro”—. Y yo me pregunto… ¿de qué libro?

Parece que ahora sí hay una chica, debidamente diagnosticada de trastorno del espectro autista (TEA) —asperger, concretamente—, que ha dado la cara. Se ha expuesto, previa revelación —tal vez para evitar el diagnóstico de legos encasilladores— de su autismo, venciendo el miedo al cambio, y por miedo a que nada cambie.

Las personas con TEA son, como todas, singulares. Es difícil establecer un conjunto de criterios con el que estén de acuerdo todos aquellos que conocen casos relacionados con esta condición. Además, cuando hablamos de espectro nos referimos a dimensiones lineales de gravedad. Se trata de establecer cuantitativamente en qué grado una persona con autismo presenta síntomas más o menos incapacitantes. Pero sí tienen una serie de características comunes, y una de ellas es la dificultad para establecer nuevas rutinas, para salirse de su encuadre habitual. En definitiva, tienen una dificultad aún mayor que el resto para cambiar. A esto se le llama “rigidez cognitiva”.

En un acto de enorme valentía, la joven Greta Thunberg se ha expuesto a la opinión pública con el objetivo de remover la conciencia colectiva ante una crisis que nosotros mismos hemos provocado: la climática. Thunberg se ha reivindicado y se ha plantado frente a la más que probable comodidad de la vida cotidiana de una joven sueca. Quizá porque en su preclaro intelecto se ha encendido una luz de alarma advirtiéndole de que cambiar, según en qué casos, no solo es necesario, sino que es vital. Vital, textualmente: de vida, de supervivencia.

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