En el sótano de un edificio del municipio madrileño de San Sebastián de los Reyes trabaja una de las agencias que ofrecen servicios de vientres de alquiler en España. En la entrada no hay rastro del nombre de la empresa, por lo que los aspirantes a padres se acercan al conserje despistados. No es hasta que lo hacen que aparece la única prueba de la existencia de la compañía: un hombre de ojos azules que viste camisa de rayas sale a recogerlos y dice ser el representante de la agencia en la capital. Concretaron una cita con él por WhatsApp, después de ver una publicidad de la clínica por Twitter en la que aparecía una foto de cuatro mujeres embarazadas con un mensaje que decía: “Nuestras madres subrogadas dan a luz alrededor de 370 bebés anualmente”.

En la pequeña oficina de Go4Baby no entra la luz del sol. Está decorada con las banderas de Ucrania y Georgia, los dos países donde la agencia trabaja con las clínicas en donde se produce la gestación.

Los clientes se sientan en una mesa que tiene una pequeña canasta en el centro con dulces y un pin que dice “Soy una guerrera”: tiene dibujada la imagen de una mujer embarazada. La imagen casa con las fotos de bebés colgadas en la pared de la oficina. Más de 100 familias han pasado por esta agencia en los últimos años, aunque no todos han corrido la misma suerte.

En Madrid existen otras empresas como: Surrobaby, Gestlife, Matergest, Clínica centro y Interfertility que también prestan este servicio.

La transacción es muy simple siempre y cuando se cumplan dos de los requisitos más importantes que pone la agencia encima de la mesa: ser un matrimonio heterosexual y tener entre 39.000 y 49.000 euros, dinero por el que les ofrecen viajar a Ucrania o Georgia a recoger el bebé gestado por una madre de alquiler. Como el coste es elevado, el comercial, para asegurar la venta, empieza pronto a enumerar las ventajas de Ucrania y Georgia.

— En Georgia son más fáciles los papeles,

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