Hace unos años, cuando las tiendas eróticas se llamaban sex shops y eran poco más que sórdidos y oscuros locales iluminados con luces de neón, Javier, un arquitecto de 46 años, jamás habría pensado que pisaría una de ellas con la naturalidad que hoy muestra al cruzar la puerta de entrada de un establecimiento discreto, fresco y agradable. Al entrar, le saluda una amable dependienta, mientras otras dos atienden a un grupo de mujeres de unos 40 años, que se muestran muy interesadas en saber las posibilidades de un vibrador de última tecnología. Javier tiene claro lo que busca y en menos de cinco minutos sale con un gel estimulante para el pene y un asistente de masturbación. Aunque el caso de este arquitecto de mediana edad no es la norma, cada vez son más los hombres que se atreven a comprar juguetes sexuales masculinos. Bien sea para el disfrute o como un método para ayudar a solucionar problemas sexuales.

Los juegos contra los problemas sexuales

La dimensión terapéutica de los juguetes sexuales está cada vez más aceptada para tratar la eyaculación precoz, uno de los trastornos más indeseables del hombre —incluso por delante de la disfunción eréctil—. Y la ciencia está encaminada hacia la búsqueda del artilugio perfecto. Ejemplo de ello es el trabajo que llevan a cabo expertos del Instituto Sexológico Murciano (ISEMU). Actualmente, están reclutando a 50 voluntarios con problemas de eyaculación precoz para comprobar si el método que han desarrollado funciona para acabar con este problema. El sistema, llamado Myhixel, consta de un dispositivo masturbador para el pene que vibra y se pone a la temperatura de la vagina (entre 36,5ºC y 37,5ºC) y una aplicación con un programa de ejercicios personalizado para cada hombre. Y no es el primer estudio que realizan al respecto.

En 2015, el equipo del Instituto Sexológico Murciano, realizó una investigación para testar el masturbador masculino que habían desarrollado (muy similar al del método actual). En ella contaron con 18 participantes a los que pidieron que usaran el prototipo cinco veces a la semana durante seis semanas y por un mínimo de cinco minutos cada vez.

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