En Brasil, el segundo país más castigado por el coronavirus en el mundo -por detrás de EE UU-, los científicos llevan años tratando de evitar una pandemia mucho más letal que la del coronavirus con una estrategia sorprendente: vacunando a los monos. El objetivo es cortar de raíz posibles futuros brotes de fiebre amarilla, una enfermedad vírica que se contagia de los primates a los humanos a través de los mosquitos.

En concreto, los expertos han observado que esta enfermedad parece propagarse rápido entre los monos tamarinos león dorado, y de ahí a los humanos gracias a la gran cantidad de mosquitos que habitan los bosques de Brasil.

«Una forma de detener la propagación de la enfermedad es vacunar a los humanos y a los tamarinos» por igual, sostiene la investigadora de genética y primates de la Universidad de Río Mirela D’Arc, en declaraciones a la BBC.

Los investigadores apuntan a un factor fundamental que haría que el próximo brote de fiebre amarilla sea más mortal que los anteriores -el último se produjo en 2017-. La acción de los humanos sobre la selva, el hábitat de los primates, ha provocado una mayor cercanía entre ambas especies.

Además, la proximidad de las zonas urbanas a los bosques crea las condiciones óptimas para la aparición de una epidemia de mayor magnitud que las pasadas,

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