Más de un millón y medio de personas mueren por cáncer del pulmón cada año en el mundo. El 70% de los diagnósticos son demasiado tardíos, por lo que los tratamientos actuales no bastan para curar la enfermedad ya muy avanzada. Priscila Kosaka Monteiro (Brasilia, 40 años), investigadora química del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y galardonada este lunes por la Fundación Fero, que impulsa los estudios sobre el cáncer, desarrolla una tecnología de diagnóstico 100.000 veces más sensible que las existentes. Mediante análisis de sangre y dispositivos minúsculos altamente sensibles, su sistema detecta la presencia del tumor desde el primer momento. “Las tecnologías de hoy no consiguen penetrar el tejido. El plasma humano es como una sopa con una alta concentración de proteínas que hay que explorar y estos sensores permiten pescar al culpable, es decir, al biomarcador de la enfermedad”, explica Kosaka Monteiro.

El dispositivo sensor y una imagen de una detección de un biomarcador.El dispositivo sensor y una imagen de una detección de un biomarcador. Priscila Kosaka

Las proteínas fusionadas que demuestran la existencia de un error genético dan a los científicos una “seguridad absoluta”. Para la experta, estos elementos son unos marcadores muy interesantes, porque están involucrados desde el principio del tumor. “Si conseguimos encontrar esta proteína en la sopa, ya podemos escanear al paciente y obtener una imagen completa del estado de la enfermedad desde sus inicios”, sostiene la química.

El sensor es capaz de descubrir los biomarcadores que circulan por la sangre en las diferentes etapas de la enfermedad. El sistema mezcla dos tecnologías, una de sensibilidad y la otra de especificidad. Además, el análisis de sangre es un método no invasivo y que no perjudica al paciente. Los médicos podrán, por lo tanto, seguir el desarrollo del tumor con precisión y suministrarle un tratamiento más eficiente y más personalizado. “Por primera vez, vamos a tener información general, un mapa completo del tumor gracias a las huellas que habrá dejado en la sangre. Quiero que el cáncer de pulmón se transforme en una enfermedad crónica”, detalla la científica brasileña.

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