Sin fútbol, carnavales ni eventos públicos y encerrados en casa con el miedo en el cuerpo. Así afrontan su día a día muchos italianos después de que el pasado viernes prendiera en el país la epidemia de coronavirus, que ha causado cuatro víctimas mortales. El último deceso se ha conocido hoy. Se trata de un hombre de 84 años ingresado en el hospital Juan XXII de Bérgamo, en Lombardía. El anterior fue el de una señora de 67 años que falleció el domingo en la unidad de oncología del hospital de Crema (norte) donde estaba ingresada desde hace días y cuyo estado de salud era muy precario. Los dos fallecidos anteriores eran un hombre de 78 años de Vo’ Euganeo, en la provincia de Padua (Véneto), y una mujer de 77 años que estuvo en Codogno y que dio positivo al virus en una prueba realizada tras su muer

Los contagios ascienden a 155, la mayor parte en las regiones septentrionales de Lombardía y Véneto. Con estos datos Italia se ha convertido en la tercera nación del mundo en número de afectados, por detrás de China y Corea del Sur. Entre los últimos infectados hay dos personas de 88 años residentes en el centro histórico de Venecia, donde se cancelaron las celebraciones de los últimos días de carnaval, que debía concluir mañana. En la Ciudad de los Canales también se suspendieron las misas y celebraciones religiosas.

Hay además más de 50.000 personas bloqueadas en los once municipios donde surgieron los primeros casos, de los que está prohibido entrar y salir después de que el Gobierno aprobara un decreto ley para hacer frente a la epidemia. Hay previstas sanciones para quien viola las prescripciones en la llamada ‘zona cero’ y se prevé incluso recurrir al Ejército para aplicarlas. Esos once municipios se han convertido en pueblos fantasma pues están cerradas todas las escuelas, tiendas, bares y oficinas privadas y públicas.

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