Puede que a las mujeres embarazadas o que hayan pasado por un embarazo -que conocen las náuseas y vómitos frecuentes, la aversión a los alimentos, acidez de estómago, el insomnio o las dificultades para dormir a pesar del cansancio permanente- les cueste creer que algunos hombres también experimentan los mismos efectos secundarios mientras su pareja se encuentra esperando un bebé. Mareos y arcadas matinales, dolores de cabeza, cambios de humor, fatiga, indigestión e, incluso, aumento de peso son experiencias que estos hombres experimentan como las madres, solo que en una versión masculina. Se trata de una sintomatología bautizada con el nombre de síndrome de couvade, y está lejos de ser una nueva excentricidad de esta sociedad que ya no sabe qué inventar.

La psicóloga perinatal y sexóloga Diana Sánchez confirma que efectivamente no es nada nuevo, aunque el nombre (que viene del término couver, que significa «arropar, incubar», en francés) no nació hasta el siglo pasado. «Fueron dos psiquiatras británicos, William Trethowan y Michael Conlon, quienes acuñaron el término en 1965 basándose en rituales de paternidad que observaron los antropólogos en las comunidades primitivas», dice la especialista. Se refiere a testimonios como el del antropólogo inglés sir Edward Taylor, quien observó comportamientos parecidos en sus viajes por India Meridional y Papúa Nueva Guinea, que describió así en su obra: «En algunas de estas sociedades primitivas, y en la fecha aproximada en que las mujeres iban a dar a luz, los hombres se acuestan de un modo ritual simulando los dolores de parto y del alumbramiento. Este ritual sirve, por lo menos, para dos propósitos vitales: establece frente a la comunidad quién es el padre y atrae también, engañándoles, a los malos espíritus a la cabaña del padre, donde pueden descargar su furia sobre la falsa madre dejando que la auténtica de a luz en paz a su hijo a una distancia segura».

«Lo que ocurre es que quizá ahora se hable más de ello porque estamos empezando a prestar más atención al padre y a todo lo que le ocurre,

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