Hace no tantos años, me incorporé como médica en un ambulatorio y tuve tres sorpresas: solo podía usar mi consulta dos horas pues debía compartirla; debía ver a todo aquel que lo pidiera, unas 40 personas al día, y solo había una silla dentro. La respuesta a por qué solo una silla me dejó anonadada: al no perder los pacientes tiempo sentándose, yo podría ir más rápida. Cuando veo y sufro (ahora soy paciente activa) el tiempo del que disponen en atención primaria para sus enfermos, me pregunto: el próximo paso ¿será quitar las sillas?

Carmen Sánchez Robles

Granada

Puedes seguir EL PAÍS Opinión en Facebook, Twitter o suscribirte aquí a la Newsletter.

 » Más información en elpais.es