A pesar de que este año todo tiene un componente sombrío, las fiestas de Navidad son un tiempo de alegría y reencuentro. Aún con las restricciones y la distancia social, pervive en todos la necesidad de estar más guapos y de dar lo mejor de nosotros mismos. Vemos y queremos ser vistos. Sin embargo, aunque lo que nos hace más atractivos es el estado de nuestra piel, esta no es la mejor época del año para la epidermis.

Nos importan los demás y tomamos mayor conciencia de los seres que nos rodean, y a los que queremos, en estas fechas. Nos gusta sentirlos cerca. Aún en unas fiestas atípicas y complicadas como las de este año. Y queremos, también, que nos vean bien.

Nos movemos poco porque hace más frío y porque pasamos más tiempo con los nuestros y eso enlentece nuestra circulación, la piel drena peor y se llena de toxinas. Hay una tendencia a las bolsas, a la flacidez y al aumento de la celulitis. Las calefacciones dentro de casa y la contaminación y el aire frío y seco de fuera, deshidratan la piel y la resecan.

Hay que añadir, por desgracia, los pequeños excesos navideños (azúcar, grasas, alcohol…), que serán objeto de nuestro arrepentimiento dentro de un par de semanas,

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