Hace unos días, el viceconsejero madrileño de Asistencia Sanitaria y Salud Pública, Antonio Zapatero, consideró que las cepas actualmente mayoritarias del SARS-CoV-2 en la Comunidad, las subvariantes BA.4 y BA.5 de ómicron, son tan diferentes a las anteriores que justificarían empezar a hablar de una «covid-22».

¿Un virus distinto?

Las declaraciones de Zapatero, apoyadas posteriormente por el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid en una entrevista concedida a Onda Cero, se refieren a las diferencias en la sintomatología y en el comportamiento epidemiológico (en las cuales juega un importante papel la vacunación de la población) entre estos linajes del virus y otros previos, antes que a una cuestión puramente taxonómica.

Más concretamente, Zapatero mencionó el bajo número de ingresos hospitalarios a pesar de la alta transmisión, la ruptura de la relación entre los niveles de SARS-Cov-2 en aguas residuales y los casos graves y el alto número de contagios asintomáticos.

Por tanto, las afirmaciones de Zapatero cuando dice que «el covid de ahora es una enfermedad diferente, causada por un virus distinto» tendrían sentido, en todo caso, desde un punto de vista de políticas públicas o en un sentido coloquial, antes que desde un enfoque técnico.

Viejos conocidos

Y es que, desde una óptica biológica,

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