Eliminar la hepatitis C antes de 2030 es un objetivo factible. Una infección que en 2015 era la principal causa de trasplante de hígado y de cirrosis se ha convertido en España en una enfermedad residual, ya que los tratamientos que se dispensan actualmente a los pacientes han tenido un impacto “absolutamente impensable” incluso para los propios médicos.

Unas jornadas organizadas por Gilead han reunido este martes en Madrid a expertos en hepatitis como el doctor José Luis Calleja, presidente de la Asociación Española de Estudios del Hígado (AEEH); Javier Crespo, presidente de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD); y Manuel Romero, jefe de sección de Aparato Digestivo del Hospital Universitario Virgen del Rocío.

Todos ellos han remarcado que desde la puesta en marcha del Plan Estratégico para el Abordaje de la Hepatitis C, en España se han tratado más de 161.000 pacientes con unas tasas de curación en torno al 95 por ciento.

De hecho, algunos estudios apuntan que España podría convertirse en el segundo país del mundo en eliminar la hepatitis C, tras Islandia.

“Probablemente, no existe ninguna otra intervención en salud que haya tenido un impacto como esta”, ha dicho Calleja en relación con la inclusión de los tratamientos en el Sistema Nacional de Salud, aunque los expertos piden ir más allá y trabajar aún más en la detección de este virus mediante un análisis en sangre que se haga a toda la población adulta y no solo a los grupos vulnerables.

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