Nadie pone en duda que la lactancia materna es el mejor alimento para los bebés. Y la ciencia lo avala: según la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo más recomendable es dar este tipo de alimentación en exclusiva durante los seis primeros meses de vida del niño o niña, y de forma complementaria hasta por lo menos los dos años de vida. Sin duda, algo a tener en cuenta estos días, en los que se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna.

Entre los beneficios de esta práctica están que favorece el sistema inmune del bebé, protege contra la diarrea y “las enfermedades comunes de la infancia, como la neumonía, y también puede tener beneficios a largo plazo para la salud de la madre y el niño, como la reducción del riesgo de sobrepeso y obesidad en niños y adolescentes”, según la OMS.

Y no solo eso: “Amamantar a todos los bebés desde el minuto cero y hasta, por lo menos, los dos años, salvaría anualmente a más de 820.000 niños menores de cinco años”, subraya la OMS junto a Unicef. «Esto se debe», prosiguen, “a que comenzar a dar el pecho durante la primera hora de vida reduce el riesgo de que el recién nacido tenga una infección o esté malnutrido”. Y cada vez más centros sanitarios entienden la lactancia materna desde el minuto cero es fundamental. A pesar de que la leche tarda de dos a cinco días en subir, el calostro o “primera leche” también alimenta al bebé, ya que es rica en factores de protección. Una técnica fundamental para conseguir que madre e hijo se acoplen desde el nacimiento es la conocida como piel con piel, método que los estudios avalan como el más adecuado para fomentar la lactancia materna desde el nacimiento.

Con todo esto, parece de insensatos no ponerse del lado de la lactancia materna. La decisión última es de la madre, pero también hay muchas que quieren hacerlo pero se enfrentan a diversos problemas que les impiden dar el pecho o que les causan cierto dolor y sufrimiento.

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