Los expertos hablan de una especie de círculo vicioso o pescado que se muerde la cola: la sensación de ansiedad o miedo a no poder dormir hace que se acrecienten los síntomas del insomnio, el cansancio acumulado por la noche repercute en la jornada diurna y fomenta el sedentarismo que, a su vez, genera, de nuevo, un mal descanso nocturno. Pero, ¿por qué sucede esto, cómo afecta a nuestro día a día y cómo podemos mejorarlo antes de llegar a la medicación?

La psicóloga Anna Coderch, colaboradora del laboratorio especializado en microbiota, micronutrición y fitoterapia Pileje, explica que nuestro cerebro es capaz de ser realista y racional, pero también de magnificar las peores posibilidades. “Si hemos tenido un sueño reparador, podemos acceder a áreas cerebrales que nos conectan con la capacidad de encontrar soluciones a nuestros problemas o con la capacidad de aprendizaje. En cambio, cuando no existe este sueño reparador todo nos parece más complejo, más oscuro. Entonces es cuando aparecen los problemas que quedaron pendientes o las situaciones que nos preocupan”, profundiza.

Para el doctor Javier Albares, especialista en sueño, esto ocurre cuando no nos vamos a dormir en un ‘estado de descanso’: “A veces nos ponemos a dormir en un estado de hiperactividad cerebral que choca directamente con la necesidad de que nuestro cerebro se relaje y así poder dormirnos.

 » Leer más