Cada vez que cojea a causa del dolor de tobillo, el doctor Alberto López (Madrid, 1967), aquel ‘9’ del Real Valladolid de Fernando Hierro y Eusebio, se acuerda de la patada que recibió en Aranjuez cuando militaba en el Moscardó. Era 1987, tenía 20 años, estaba matriculado en la facultad de Medicina y a punto de hacer las maletas para convertirse en futbolista profesional en la capital castellanoleonesa. El mismo empecinamiento que le mantuvo aquel día en el campo con un esguince fue el que le impulsó para compaginar con éxito una carrera en la élite del fútbol y una licenciatura en Medicina. De hecho, al año de jubilarse de los terrenos de juego (2003) ingresó en los servicios médicos del club albivioleta, departamento del que fue jefe durante cuatro años y que todavía hoy coordina. “Los futbolistas de ahora ignoran la suerte que tienen. Cuando se retiren, apenas sufrirán secuelas del machaque al que se han sometido compitiendo. Pocas cosas han evolucionado tanto como la medicina deportiva”, describe López, uno de los pocos profesionales que ha estado en ambos lados, diagnosticando una lesión sobre el césped y sufriéndola.

A él, en su etapa como jugador, lo operaron de los dos tobillos y las dos rodillas, y padece las consecuencias, con molestias frecuentes. En 1989 le extrajeron un menisco, una pieza entonces considerada inútil. Hoy, dice, ningún cirujano haría alegremente tal cosa. “Sería un meniscocidio”, describe, una maniobra perjudicial para el futuro de la articulación. López, autor del libro Primeros auxilios en el deporte, con prólogo del afamado traumatólogo Pedro Guillén, explica que no solo han mejorado de manera notoria las cirugías y la ciencia traumatológica, sino también las posibilidades del diagnóstico precoz con un simple ecógrafo y las de recuperación gracias a la fisioterapia y a profesionales que controlan al milímetro temas antes marginales como la nutrición.

El doctor López puede presumir de haber comprobado en carne propia que la euforia de marcar un gol puede mitigar la fatiga, como también sabe, ataviado ya con la bata blanca, que “el aspecto psicológico,

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