La centenaria navarra, campesina durante muchos años, ilustra el consenso científico sobre el medicamento perfecto para mantener la calidad de vida hasta la muerte: el ejercicio. Lo que tiene de especial es que ella hizo las primeras sentadillas de su vida, con el oxígeno puesto, levantándose y sentándose de una silla, en el Complejo Hospitalario de Navarra, en Pamplona. La mujer ha participado en un estudio publicado en JAMA Internal Medicine en noviembre. Enfermos hospitalizados por infecciones o cuadros agudos similares, como ella, todos muy mayores (con una media de 87 años) hicieron ejercicios de fuerza y equilibrio durante cinco días. No solo no perdieron funcionalidad, sino que ganaron en fortaleza y en capacidad mental.

Tanto estos hallazgos como experiencias similares son de vital importancia en una sociedad en plena explosión demográfica senescente. En el estudio, de tres años de duración participaron 370 pacientes, mujeres la mayoría (209), que ingresaron en el hospital durante ocho días de media. La mitad de los enfermos estuvieron en la cama y sentados algún rato. Lo habitual. Los integrantes del otro grupo, entre ellos Celestina, pese a la enfermedad que tuviesen, realizaron ejercicio de baja intensidad por la mañana y por la tarde durante 20 minutos. Sentadillas, rutinas de equilibrio, caminar y prensa de piernas, especialmente valiosa para fortalecer la zona del cuerpo que sostiene la marcha.

Los encamados salieron peor de lo que entraron en términos de funcionalidad. Uno de los investigadores, el catedrático de Fisiología de la Universidad Pública de Navarra Mikel Izquierdo, explica: “Eso es devastador. Suelen salir con una nueva discapacidad”. “Pierden el 10% de la masa muscular cada tres días”, observa Leocadio Rodríguez Mañas, jefe de Geriatría del hospital de Getafe de Madrid y también firmante del estudio, “entran andando y se van en silla de ruedas”.

Los que visitaron el gimnasio mejoraron significativamente en dos índices que miden por un lado el equilibrio, velocidad de marcha y fuerza de las piernas y por otro en capacidad para ser independientes en las actividades de la vida diaria.

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