Aunque compartir la cama puede tener sus inconvenientes (especialmente en épocas de calor, si la pareja se mueve mucho o ronca sonoramente), parece ser que, en términos generales, el balance es positivo en cuanto a lo que la calidad del descanso se refiere.

Peor sueño junto a un niño

Así se desprende de una investigación llevada a cabo por científicos de la Universidad de Arizona (Estados Unidos) y presentado en la convención SLEEP 2022, organizada por organización Associated Professional Sleep Societies, que está teniendo lugar durante esta semana.

Concretamente, estos autores han encontrado que los adultos que duermen junto a un compañero sentimental la mayoría de las noches reportaron insomnio menos severo, menos fatiga y más tiempo dormidos que aquellos que nunca lo hacen.

La cosa cambia, no obstante, cuando un hijo duerme en la cama con uno o ambos progenitores: en este caso, el insomnio se vuelve más severo, el riesgo de padecer apnea del sueño aumenta y el control sobre el sueño disminuye.

Además, compartir el lecho con la pareja también tiene beneficios sobre la salud mental de los adultos, y es que parece reducir el riesgo de sufrir trastornos depresivos, ansiedad o estrés. Por el contrario, dormir solos la mayoría de las noches se relacionaba con puntuaciones más altas en depresión,

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